Después de ese guantazo vino un veranito curioso...
Varios días saliendo sin él. Edu saliendo con gente un poco... despreciable, la verdad. Pero al fin y al cabo era gente que podían ayudarle en esos momentos, gente acostumbrada al fracaso. Por mi parte comencé a salir con gente que nunca me hubiera imaginado, pero que al final se convirtieron en grandes amigos.
Pasado el tiempo, en la Barbacoa de 2010, Edu nos ayudó a Jose y a mi en un momento un poco delicado de nuestra existencia.
Poco después pasó una cosa que fue bonita. Edu encontró el amor, Myriam. Comenzaron a salir con nosotros. Pero un día le comenté a Edu cosas que creí que eran buenas para ambos, aunque no se comparta mi punto de vista, y nos distanciamos para que su relación pudiera madurar y la amistad no se rompiera.
Inciso que no viene demasiado a cuento. De momento no he comentado nada de aquella chavala, y me he centrado en la historia de Edu porque esta historia es la que da lugar al fin de mi historia de "amor".
Después de un otoño a mi bola, la noche del 25 de Diciembre de 2010 me encontré a Edu que venía de dejar a Myriam en su casa. Y hice lo que debía, me disculpé con el corazón en un puño. Edu se alegró, como pocas veces he visto, y fuimos a celebrarlo.
Acabamos en el Shakra, nueva Buhardilla, tomando mil y un chupitos. Borrachos perdidos se nos ocurre que llamáramos a la chavala que tanto daño había hecho a Edu y gastarle bromitas.
Actitud de niños pequeños, la verdad es que sí, pero estábamos borrachos y queríamos reírnos de lo que nos había separado. Así que eso hicimos. Edu se fue a dormir la mona, y a mi se me ocurrió llamar a Jose para ver si estaba por la calle, pero por error le dí al número de dicha chavala, maldito gran error.
Después de intentar hacerle una bromita ella me descubrió y le dije que bajara de su casa para hablar... Lo que hicimos a partir de ahí lo dejo para vuestra imaginación, pero nada más que tengo que añadir que hubo un ascensor por en medio.
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